Cuando la Iglesia retornó a las cavernas

Como dijo en cierta ocasión un determinado escritor español, todavía quedan vestigios de una España Mágica, que se resisten a morir desaparecer para siempre en los profundos pozos del olvido.

Es la España de los pueblos, de las tradiciones, de los sentimientos encontrados que navegan en los torbellinos de una metafórica laguna Estigia, la misma que separa unas creencias que se debaten en la tesitura de mirar con inquietud al futuro pero sin renegar nunca de las raíces de su pasado.

Son historias y supervivencias que se remontan, en muchos casos, a los primeros siglos del Cristianismo, a un tiempo en el que, al contrario que los constructores góticos de catedrales, los hombres buscaban a Dios en la soledad de las cavernas.

Y lo crean o no, cuando hace tiempo que hemos dejado atrás las fronteras que nos separaban de éste tan temido, aunque paradójicamente deseado siglo XXI, todavía existe una España que nos invita a viajar en el tiempo, haciéndonos pensar que la fe, al fin y al cabo, está más allá de las crueles reglas impuestas por el huraño dios Cronos.

Cualquier viajero curioso de conocer una historia alternativa, puede comprobarlo, sobre todo si un día sus pasos le llevan a un lugar como Olleros de Pisuerga, donde le mostrarán su iglesia-caverna y donde, sin necesidad de más explicaciones alternativas, será consciente de que en ese mismo lugar, donde hace millones de años moraban los dioses de la Prehistoria y donde los primeros homínidos comenzaron a intuir lo incognoscible sobrenatural –detalle que ciertos investigadores del futuro, denominaron como síndrome de Anubis- la Iglesia elevó unos altares donde se glorificaba a Dios y se rendía homenaje a su hijo, el Rabí de Galilea.

Unos altares, que a día de hoy, continúan celebrando sus misas, otorgando el perdón de los pecados mediante el rito de la Eucaristía y reuniendo a una feligresía que, además, se siente orgullosa de un templo cavernícola que ha alimentado la fe de su feligresía durante incontables generaciones.

Para más información, es de justicia añadir que Olleros de Pisuerga se localiza en la cabeza de esos infinitos Campos Góticos, pero lo suficientemente cerca de la frontera entre Palencia con Cantabria, como para compartir, junto con el protagonismo de la zona conocida como Valderredible, una historia de eremitismo y pervivencia de la tradición, sin parangón en el mundo entero.

Zona donde cada valle, cada cueva y cada pueblo que miran en la distancia la forma imponente de los Picos de Europa, no sólo cuentan con el mediático pintoresquismo de su belleza intrínseca, sino también con el atractivo de continuar siendo, en estos tiempos en los que las nuevas tecnologías nos conectan con un futuro que hasta ayer considerábamos como de ciencia-ficción, parte de esa España Mágica que se resiste a morir y se debate con uñas y dientes en la debacle del olvido.

AVISO: Tanto el texto, como las fotografías que lo acompañan, son de mi exclusiva propiedad intelectual y por lo tanto, están sujetas a mis Derechos de Autor.

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